Hicimos el amor en el medio de una canción que sólo decía que algún día seríamos viejos, un poco antes de dibujar utopías en las paredes de tu habitación porque la realidad era demasiado irreal y demasiado caliente, y daba igual que lloviera porque el agua no se llevaba nada, porque todo se quedaba entre vos y yo, entre el dolor y la felicidad efímera de aquellos días en los que ser joven dolía. Alguna vez se cayó una motito de juguete del mueble de atrás del respaldo de la cama y te reíste mientras gemías y la perfección era eso, y no pudo decírtelo, cómo, de qué manera podría.
..one day baby we'll be old.. oh baby we'll be old, claro que sí, claro que sí bichito, pero mientras tanto yo me acuerdo de esa noche que te pusiste a temblar en la cama porque te habías metido andá a saber cuantos antidepresivos en el baño de aquel bar triste, mientras yo lloraba, y parecías muerto de a ratos, muerto entre tanta lágrima viva y tanta noche por delante, muerto y abrazado a mi como si el amor pudiera salvarte de esas pastillas blancas. Esa noche quizás envejecimos 40 años de golpe, oh no.. no te gustaría leer todo esto, odias la palabra envejecer, y ahora que escribo desde una cama en la que realmente ya nadie tiembla ni parece muerto imagino tu voz callada gritando por dentro que querés ser eterno, eternamente joven, con tu amor y tus gemidos y tus pastillitas antidolor y abrazados siempre en una cama con sábanas negras, haciendo el amor, y da igual que se caigan las motitos, o la tristeza en la piel, o en los ojos o en tu pelo y tu forma de hablar mientras afueras las gotas caían sin llevarse esa realidad.