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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

domingo, 22 de enero de 2012

I

Y solía ser tan fácil, cruzar la calle, sentarme en el banco con menos gente -aunque hiciera tanto frío- observar a cada persona que iba y venía con la rápidez gris de esas ciudades en donde el tiempo parece ser lo más importante, imaginar cada vida y cada motivo de las sonrisa triste de otros que tambien estaban sentados, que también esperaban a alguien o que no esperaban, quizás se esperaban a ellos mismo -quien podía saberlo- en invierno la gente espera tanto. De todas maneras yo seguía con las manos frías y el corazón caliente escuchando Felice Brothers quizás o Bob Dylan, y aunque las manos estaban heladas habia que sacar un cigarro y encenderlo y llevarlo a la boca mientras seguía esperando. Y entonces te veía a veces desde lejos y yo veía tu forma de caminar y era inevitable no reír y ahora tal vez otra persona que estaba sentada al lado mío estaba imaginando mi vida y el por qué de esa sonrisa llena de tanta luz y de ingenuidad. Y cómo no observar tu mechón de pelo, que el viento decidía hacia donde se dirigía y tu caminar lento y tus manos en los bolsillos y tu mirada perdida.

Y a veces la vida sólo valía la pena por esos momentos.
Y aún hoy todavia vale la pena por eso. Incluso hoy que fumo este cigarro menos cálido y que tiene tu humo y tu ceniza y tu dolor.

domingo, 15 de enero de 2012

Y vos leías, vos leías todo el tiempo y escribias todos los minutos, todas las horas. Apenas comías y yo te traía cafe- en un rato - decias. Y asi te pasabas los días, escribiendo sobre todo esas historias apenas inventadas cualquier día de lluvia y olor a mate, y yo a veces te miraba fascinada desde un sofá que estaba al lado de una ventana que estaba al lado de una pared que estaba al lado de una calle por la que apenas pasaba gente a esas horas- es tan frío todo por aqui y a la gente no le gusta temblar ni los gorros - y seguías escribiendo y sonaban las teclas como una melodía y después venías con esa carita que ponen los niños cuando quieren el dulce del mueble de arriba, y tu mano estaba caliente y un día se volcó el café sin querer en tu libros de Paul Géraldy y te irritaste y ese día fue cuando me confesaste - al fin - que nunca terminabas tus historias porque no sabías que fin ponerles - porque es tan triste que las cosas terminen - decías.

miércoles, 11 de enero de 2012

en algún momento decidiste
irte
pero quien sabe si sera de verdad,
prolongado o un simple juego
aún lees lord byron
entre vagones,
en camas que apenas conoces.
y nunca te gustaron
las palabras en pasado
ni el azúcar en el café

la vecina de al lado
canta
y yo escribo esto y
estas al lado mío enrealidad
pero
es fácil imaginar que te vas
porque no nos queremos
y afuera hace frío.