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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

miércoles, 25 de febrero de 2015

la niña que fui
la mujer que soy
el viento atravesándonos a las dos
no estamos tan distintas.
también escribir hasta arder
quiero
escribir resbalando y fingiendo
por encima de todas las muertes
que entran dulcemente
por esta ventana insana
por la que irremediablemente veo
la lluvia - no se cansa -

escribir por debajo del agua
por debajo de la piel de todas las cosas
inexistentes
que alguna vez
destilaron sangre
y también algún viento
y tal vez, el amor
la gran muerte otra vez.

y pienso
quiero escribir hasta la muerte
hasta que mis huesos se cansen
hasta que mis pulmones se rían de mi,
exhaustos,
de todas las palabras
que aprendí a escribir hace tanto
porque realmente no sé decirlas
y nunca aprendí a amamantarlas
con mis pechos
nunca las pude criar bien
nunca fueron algo más
que este insaciable y lúgubre hueco
ensordecedor
este sonido
hecho eco hecho humo hecho polvo


pienso
lo único que quiero
que puedo
es escribir hasta arder
porque la vida no me basta para abrir los ojos
y la boca grande y decir
sí vale la pena
sí quiero respirar
sí quiero escapar

y a dónde
y por qué 
y de quién

tal vez volver al hueco inerte 
de siempre
escribir hasta que mis dedos
olviden su perfume
olviden que se olvidaron de reinventarse

escribir hasta que las palabras me empiecen
a comer de a poco
los pies y me desgarren los hombros 
y mi pelo se haga líquido
hasta que mis ojos ya no den más
y no vea ni un tramo de esta vida,
que es,
de la manera que hemos vivido todos estos años,
(¿sin ver? ¿sin querer ver?)

ciegos.
escribir hasta la ceguera
hasta que el corazón hecho hielo
se ablande y asi sea capaz de sentir algo
un poco de odio
un poco de miedo
dejar de ser piedra 
hacer el amor sola
mientras leo Nordbrandt
empezar de una vez a escribir la carta
que nunca terminé del todo

escribir hasta arder
subrayar frases en los libros más viejos
por miedo a que escapen
encarcelar
encarcelarme escribiendo hasta quedar exhausta.