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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

domingo, 18 de junio de 2017

A veces sucede

que escribir un poema es lo mismo que sostener tu mano en el aire o llorar pensando en los miedos que no existen, algo así como mirarte desde el mar mientras duermes o haberte escuchado cantar algo que no conozco en algún día que ya no recordamos. Escribir un poema es agarrar tu mano y cerrar los ojos porque un torbellino entra en mi casa, poniendo mi cabeza en otros ojos, mirándote de lejos como te vas aunque estás la lado, vaya si lo estás, me besas la frente mientras en algún lado la devastación estalla, escribir un poema casi siempre es romperse estando entero y observar los lunares de tu espalda entendiendo todas las respuestas de aquellas preguntas que nunca hice. Escribir un poema casi nunca es la verdad porque casi nunca es lo real, y sin embargo no hay más verdad que traspasar ese muro inabordable que es ese pavor en la piel, en los ojos que cierro para no pensar más en todo eso que puede explotar dejándome entera, desgarrada sobre un suelo que se disuelve de a poco volviéndose humo o polvo.
No obstante, eso es mentira, no puede ser verdad la explosión que no se crea, no puede ser verdad verte caminar de lejos hacia un lugar insondable, cuando estás aquí, tan cerca y tan adentro de un universo que perpetuamos hace tanto, y que crece y crece dividiendo lo tremendamente real de lo terriblemente imaginario.