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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

sábado, 16 de mayo de 2015

tengo un mar invisible
en mi manos,
sostengo sobre mi dedos
el lejano amanecer dentro de tus ojos,

estamos lejos de todo,
me sangran por los párpados
las palabras que escribí hace un tiempo,
me sangra el tiempo,

veo tu infancia pasar por delante mío
y no puedo deternerla,
cruza las paredes de tus miedos
y cae abatida (no te sorprende)

esta noche hace frío,
escribo para nadie,
alguien tiembla adentro mío
y no soy yo,

la vida es un constante despedirse
de todo aquello que saludamos cada mañana
en cada sueño
en cada párpado herido,

la vida como la jaula
que nunca pudimos envolver
escucho una voz que ya no existe
en un recuerdo que apenas
tiene voz.

(y duele y grita,
y no me sorprende)



lunes, 11 de mayo de 2015

no podemos regresar
no sabemos
no queremos regresar
al viejo nido que iluminaba
sin compasión el desgarro
(y acaso también el amor)

estás estamos lejos
fumo un cigarro 
ansiando la nada
imaginando que ahora estarás
divagando por el aire,
lamiendo las partes insanas
de la esperanza que ansiabas
enterrarte debajo de la piel

( y ahora te reirás,
porque hablar de certidumbre
en estos tiempos es absurdo,
porque mientras escribo
hay una carcajada empolvada
de una esperanza que se quedó
sin voz,
y que vuela consciente
sin temor
quemándome y
obligándome a abrir de nuevo
estos ojos hacia adentro)

no puedo regresar
jamás volveré a sentir
el leve viento de un domingo
jamas volveré a llevar
el dolor y el amor cargados
en una misma angustia,

nunca sabremos regresar
al lugar donde el alma
calló por última vez,
sabiendo que un día cualquiera
puede llegar ese viento y ese fuego
que nos da aire y nos corta los pulmones
sin que podamos hacer nada,
(estallando el alma,
estallando el dolor,
manchando todo de un rojo oscuro)

quiero iluminarme
iluminar a todos mis recuerdos,
que tengan el tacto de nube,
que me susurren palabras que curen
en esas noches
en las que el pasado se difumina,
sentir el falso calor
aunque en el fondo del terror
pueda sentir
que desde los lejos nos gritamos,
nos sobrevivimos
nos llamamos incansablemente
dentro de un tiempo que ya no existe,
-¿pero cómo podemos saber
lo que existe y lo que no? -


pienso,
la distancia es un invento terrible,
tanta agua en el medio,
tu voz todavía
acariciando esta piel que no siento mía
que tiembla por debajo de una ansiedad
intacta y vieja,
dormir pensando que el sueño
es sólo un deseo que encerramos
en una jaula inundada de tanto llorar.

(escuchar tu gemido y tu súplica
mientras intento convencerme
de que la vida es más que ese
fracaso que envuelve el aire
de esta habitación que
no-sabe-respirar)


jamas seré capaz de regresar
al lugar donde vive a gritos mi alma.


martes, 31 de marzo de 2015

la lenta e impávida continuidad
de un tiempo que escapa
nombres invisibles
que se arrastran por las paredes,
amores(figuras, signos, sonrisas marcadas,
rasguños en el alma, silencio, silencio)
todo eso también sabe gritar  . 
crear la explosión
llorar con el fuego
también aprender a nombrar
lo que no existe
desencadenar el fondo
de las superficies heladas
soplar el contorno de las 
cosas secas
que tiemblan . 

jueves, 26 de marzo de 2015

Al lado del amor la puerta abierta a la caída, al acecho de lo incontenible.

¿Dijiste amor? Bien podrías haber dicho tal vez silencio. Hoy todo ruge y suena y estalla. De repente te ves entero porque lo único que se desintegró fueron las cosas de alrededor.

¿Todavía estás entero? Sentiste alguna vez ese sabor inefable de la vergüenza del desamor y el miedo, el alejarse  de los nombres del terror - susurraste aquella noche inagotable-.

¿El desamor es el amor cansado? No, el desamor es un fantasma sonriendo y no. Y no se puede mirar de frente y abrirle la boca con una hoja ardiendo.

¿El amor te desintegró? Una noche me mirabas en la oscuridad cuando todas las cosas hacían mucho ruido de la cantidad de ese silencio estentóreo que nos envolvía introduciéndonos en ese laberinto opaco y tal vez con salida a algún mundo que no fuera este, porque ya era todo demasiado irreal.

¿Estás soñando? me decías queriéndome tocar con un dedo la decadente dignidad que me quedaba. No puedo estar soñando y tocarte asi. Entonces tu piel atravesaba mi piel y ya no habían mas túneles. No sé nadar... Lloras mucho. No sé respirar. No sé si estoy viviendo o soñándolo todo.
¿Estás vos al lado mío mientras duermo y las manos se me deshacen?
hay momentos
en que escucho tu voz
como un río agonizando
noches en las que tu cabeza
se apoya en mi espalda
como un pájaro mendigando

curame desde lejos
pienso
cuidame del frío
protegeme del frío
de las palabras hechas ausencias
de las ventanas abiertas
del fuego que aúlla

abrazame en la distancia caliente
a través del viento
a través de la pálida resignación
a través de la sangre cristalizada

en la madrugada
pienso y escribo y no
lo digo
curame de los abismos
que salté hace tanto
en el momento mismo que reconocía
tu nombre
sobre todos los muros que construí
(¿construí o destruí?)

pienso
curame esta noche protegeme
para no sentirme sola
aunque no haya nadie
aunque no esté ni yo misma
realmente,
es decir
el vacío
la nada que tiene el sonido
de mi risa

mirame y tocame
apaciblemente
desde dónde estés
dame un poco de tu respiración
a cambio de una muerte
invisible
pero que flota y flota
sin nunca poder caer .


miércoles, 25 de marzo de 2015

yo no elijo ésto
sólo son
tibios peces que caen
del cielo
pájaros abrumados
que nadan 
sin saber
sin querer

sin embargo
yo no opto por ésto
sólo son palabras
que caen
que colisionan
encontrándose
unas con otras
empujándose sin querer
rasguñarse
nadando
por un río 
sin fin
siempre

también el viento esta noche
danzando dulcemente pero cortándome
las manos,
del otro lado alguna orilla
demasiado lejana y demasiado joven
digo
¿pero envejecimos veinte años de golpe?
¿tus ojos son ese huecos que veo 
desde ésta, mi otra orilla, pequeña y arrugada?

tal vez algún día puedas mirar
con los ojos ciegos la herida abierta,
el tiempo hecho piel muerta en las manos 
cansadas de abrazar la forma de una silueta 
cada vez más 
lejos

     (¿silueta? ¿forma? ¿olvido?)

y todo el tiempo que pasó inerte 
bailará sobre tu pelo;
no tendrá mucho sentido
estaré desde el otro lado
escribiendo cómo la lengua mojada y tibia
de un reloj sin duración se modificaba
a velocidades desorbitadas 
mientras tus lágrimas deberían significar
algo parecido a la muerte viva
a la vida muerta
al cansancio de todos los que sienten
en sus manos una dulce danza
infinita y transitoria
como la lluvia que cae ahora
-que no es tu lluvia-
dentro de un tiempo completamente sordo.



miércoles, 25 de febrero de 2015

la niña que fui
la mujer que soy
el viento atravesándonos a las dos
no estamos tan distintas.
también escribir hasta arder
quiero
escribir resbalando y fingiendo
por encima de todas las muertes
que entran dulcemente
por esta ventana insana
por la que irremediablemente veo
la lluvia - no se cansa -

escribir por debajo del agua
por debajo de la piel de todas las cosas
inexistentes
que alguna vez
destilaron sangre
y también algún viento
y tal vez, el amor
la gran muerte otra vez.

y pienso
quiero escribir hasta la muerte
hasta que mis huesos se cansen
hasta que mis pulmones se rían de mi,
exhaustos,
de todas las palabras
que aprendí a escribir hace tanto
porque realmente no sé decirlas
y nunca aprendí a amamantarlas
con mis pechos
nunca las pude criar bien
nunca fueron algo más
que este insaciable y lúgubre hueco
ensordecedor
este sonido
hecho eco hecho humo hecho polvo


pienso
lo único que quiero
que puedo
es escribir hasta arder
porque la vida no me basta para abrir los ojos
y la boca grande y decir
sí vale la pena
sí quiero respirar
sí quiero escapar

y a dónde
y por qué 
y de quién

tal vez volver al hueco inerte 
de siempre
escribir hasta que mis dedos
olviden su perfume
olviden que se olvidaron de reinventarse

escribir hasta que las palabras me empiecen
a comer de a poco
los pies y me desgarren los hombros 
y mi pelo se haga líquido
hasta que mis ojos ya no den más
y no vea ni un tramo de esta vida,
que es,
de la manera que hemos vivido todos estos años,
(¿sin ver? ¿sin querer ver?)

ciegos.
escribir hasta la ceguera
hasta que el corazón hecho hielo
se ablande y asi sea capaz de sentir algo
un poco de odio
un poco de miedo
dejar de ser piedra 
hacer el amor sola
mientras leo Nordbrandt
empezar de una vez a escribir la carta
que nunca terminé del todo

escribir hasta arder
subrayar frases en los libros más viejos
por miedo a que escapen
encarcelar
encarcelarme escribiendo hasta quedar exhausta.

sábado, 3 de enero de 2015

la poesía,
        mi poesía,
una casa abandonada,
en donde no le abro las puertas a nadie,
                        mis poemas,
                                mis hambrientos poemas,
añorando palabras que no saben escribirse,
pero que corren detrás del sentido
para que alguien las abrace,
                        mis finales,
                                 terribles finales,
que se escriben y se suceden
solos mientras yo
               miro
               y corro para que no me alcancen.


Se deshizo - finalmente -
el año de la muerte inequívoca
los aullidos que resonaban
en una habitación cuyas puertas
estaban vaciadas
de espasmos floridos,
el amor trizado como un puente,
la lenta muerte dolorosa
de la infamia enredada en tus párpados
los brazos rotos de tanta fuerza
para matar la debilidad de las cosas
que no tenían dirección.

El año imborrable,
el año que al principio era ávido
se fue borrando como la ceniza marchita
de los cigarros de tantos poetas
que mataron dulcemente sus pulmones
hasta quedar exhaustos.
Los días del horror,
de la lluvia, de gritos
de ruidos
que me miraban
como exclamando
como queriendo decir
¿por qué, pequeña,
llorás asi esta noche?

El año impronunciable del amor
eterno,
y muerto dentro de su eternidad podrida
y de los últimos besos por la mañana
y de mañanas corrompidas por las noches
opacas y grisáceas de tanto ansiar colores brillantes
los últimos días de dosmilcatorce,
la frialdad de tu mirada en mi espejo
aún
todavía
a veces,
tu mano haciendo algo
indescifrable en mi escritorio
mientras miro desde la otra punta de la habitacón
aún
todavía
a veces
tus ojos sangrando
el perdón
que nunca saldrá de mi espalda,
y mi pelo,
enrededado,
en lágrimas,
por un año irrefrenable
que se deshizo,
y al fin,
y por siempre.





tengo pánico de escribir
de leerme dentro de veinte años, 
de que las palabras me corten más que ahora
de no re conocerme
de no conocerme
aún
de vivir esperando escribir el poema 
de mi vida
de no lograr escribir todas
esas palabras
que cada noche
vienen y me hablan y lloran
y se mueren de miedo como yo.
Y también el miedo
a no reconocerte dentro de todas
estas palabras
dentro de muchos años
cuando aún esté enfrente de una máquina
extenuada y cansada,
tanto o más que yo
 miedo de
cuando vea al dolor de hace años
desde lejos
 no sea otro
pero no me parezca 
extraño y todavía sea
familiar
todavía sea mío tuyo
pero sobre todo mío
y sobre todo el horror
de seguir escribiendo para nadie
aunque esto pasa 
de hace tanto,
que escribo y no pretendo
nada. 


Una vez te vi con las manos mojadas
secando a la mujer que era antes,
mientras yo le rezaba a un
árbol marchito.

Te vi ser joven y mirar
fijamente a través de mi pelo
el rostro de mis viejos amantes
y odiarlos y renegarlos

Eras un dragón incurable,
incendiabas mis dientes,
mientras yo miraba
el temblor del futuro
que nos miraba
desde unos ojos inertes.

Años más tarde
la muerte
la lente muerte deslizándose
sobre un año impronunciable,
sobre una cama mojada y harta
de no existir, de no ser,
una muerte imprecisa
que todavía aún
late y vive irrevocablemente.


llega el dolor
que tiene la suavidad de tus manos
apacible, descalza, acostada
en una cama sin amor,
a través del humo veo
la lucha de un tiempo atrás,
tu sonrisa rompiéndose,
pero sangrando yo .