.

.
NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

jueves, 7 de julio de 2011

-A mí me pareció que yo podía protegerte. No digas nada. En seguida me di cuenta de que no me necesitabas. Hacíamos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas.
      -Precioso, lo que decís
      -Era así, el piano iba por su lado y el violín por el suyo y de eso salía la sonata, pero ya ves, en el fondo no nos encontrábamos. Me di cuenta en seguida, Horacio, pero las sonatas eran tan hermosas.
      -Si, querida.

1 comentario: