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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

martes, 6 de marzo de 2012

Siempre llegaba ese momento en el que empezabas a hablar con los ojos y los silencios, porque tenía que suceder así, porque de alguna maneras las palabras se te escurrían en las manos y acababan en el suelo dando pena, lástima, todas esas cosas que yo veía desde afuera de mi, desde afuera de los dos, desde afuera de estos ojos que hoy te observan. Y a veces te reías cuando sosteniendo una copa de vino me decías que me buscabas en cualquier lugar a donde ibas, en cualquier vagón de metro, en esas calles en las que apenas había gente.

-Pero podría haber sido tan fácil que aparecieras, que yo girara con mi cigarro todavía sin encender porque el viento de esas calles sabes como es de caprichoso, que tu vestido(el de lunares tal vez) bailara de alguna manera y después aparecieras como si algo inevitablemente contiguo a mi te hubiera hecho ir hasta ahí, hasta ese punto donde yo te miraba con mis zapatos mojados y mi cigarro apagado.

Después a veces la ceniza se te caía sobre el pantalón, me producías una mezcla de pena y ternura, de rencor y sexo, todas esas cosas que en esas horas era tan fácil sentir, y después ponías esas canciones tristes que te hacían tan bien, empezabas a cantar y te olvidabas que hace cinco minuto me estabas buscando desesperadamente por esta ciudad que se enfriaba cada vez que caminabas más, te olvidabas de todo esto mientras indiscutiblemente vacío te quedabas dormido sobre mi, sobre todo esto que éramos y que hoy escribo para intentar recordar, o que quizás me invento, hace tanto frío en esta ciudad.

3 comentarios:

  1. Un encanto. Para respirar.

    Saludos, Nahuel.

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  2. Es tan Cortázar que no me queda otra que enamorarme de este texto. Los encuentros y desencuentros por la ciudad siempre son dignos de ser recordados.

    Un beso, preciosa.

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  3. es un fragmente que poco a poco me sedujo, es encantador y a la vez tan tierno en su descripción...^^.
    un beso.

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