escribo enojada
que extraño tu espalda,
que la muerte a veces se encandilaba cuando me mirabas
que a veces hay un aullido dentro de la cocina
donde nunca desayunaste
que las cortinas se hacen espuma
que mi voz ya voló
que has dicho que soy inocente
y que los libros no dicen nada
yo sé que ahora está hirviendo tu garganta
y que mi pelo ya es fuego,
y no importa,
y está bien.
.
viernes, 18 de enero de 2013
miércoles, 2 de enero de 2013
Tampoco es novedad que llevo una vida apócrifa, que desde hace bastante tiempo ocupo un lugar que no me pertenece, en el que me muevo con una lentitud característica de la gente que se para a observar una librería llena de libros y poetas muertos, con esos ojos atónitos con los que miramos una contraportada tan vacía como su historia, es decir, esa lentitud con la que también mis ojos miran hacia arriba a la ventana superior de un edificio donde me veo a mi misma suicidándome, o gritando en silencio al absurdo que se suicide él, pero tampoco te asustes, yo te lo cuento como desde afuera de mí, como se cuentan las cosas ahora que las manos se congelan, y que no estás, y que realmente nadie escucha.
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