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NAVEGAR SOBRE LAS MANOS

viernes, 5 de agosto de 2011

Te estás apagando lentamente princesa. Ya no parecen haber luces que te iluminen, que te iluminen bien por dentro. Ya no quedan ni libros en los que reflejarte o esconderte detrás de algún capítulo que te hace odiar al escritor por envidia, porque te encantaría tener una vida como esas novelas francesas, o como algún cuento de Cortázar. Ya ni siquiera quedan canciones para gritar por dentro mientras los acordes de una guitarra flotan en el aire, en tu alma. No quedan flores con olores que te hagan recordar esa ciudad a la que nunca fuiste, no quedan días de lluvia para caminar llorando por la calle mientras pasa por al lado tuya una persona riendo. No quedan abrazos que te saquen de este pozo, ni estrellas a las que pedir deseos estúpidos que jamás se cumplirán.

Y por ahí, de vez en cuando, buscas perderte en un vagón que te lleve a nosedonde, que te aleje, huir en vagones para olvidar lo que somos, o lo peor, lo que no somos, o lo que creemos que somos y queremos cambiar, pero huir nunca ssirvió, nunca sirve y siempre esta lluvia mojandome los zapatos rotos .

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