A mi también me duele el tiempo.
A mi también me duelen los huesos cuando me doy cuenta que hoy somos recuerdos oxidados, que somos sólo la humedad. Sé también que te duele, como me duele a mi, que la gente solo sepa quedarse sentada en una silla con la luz apagada y los recuerdos bailando en círculos alrededor de una desilución vacía y una tristeza que hace estallar las ventanas. A mi también me duele(y me corta y me ahoga) saber que tu cama es otra cama, que tu amor es otro amor, que hoy estás lejos y que me imaginas despues de hacer el amor con otra mientras yo me miro en un espejo con unas lágrimas desafinadas y descordinadas que ya no saben hacia dónde ir, mientras estoy bajo sábanas tratando de descrifrar todas esas palabras que solo puedo escribir y gritar, o mientras camino por una calle apenas iluminada que termina siendo como una escena de un teatro falso y lleno de polvo al que la gente va sólo por los recuerdos o porque en otro tiempo pasaban obras magníficas, y ahora el polvo. Ahora sólo el polvo y el fracaso se juntan y terminan siendo como barro, como un pozo sin fondo en el que ya nadie te escucha porque a nadie le importan los pozos de los demás ni la profundidad y mucho menos la razón por la que uno decide caer así. Y también debería hablarte del miedo entre el pelo y las piernas, de la soledad definitiva que viene de vez en cuando cuando tu foto del cajon aparece entre la ropa y me aseguro de que aún esperas, de que aún estás del otro lado, en algún otro lado esperando, esperando siempre como en algún otro tiempo cuando las rodillas no se nos desequilibraban de esta manera.
"Aún estás del otro lado, en algún otro lado esperando, esperando siempre como en algún otro tiempo cuando las rodillas no se nos desequilibraban de esta manera."
ResponderEliminar¿Se puede ser más... tú?
Ay.
encantador, siempre vale la pena esperar tu entrada.
ResponderEliminarSaludos, Nahuel.
Por qué duele tanto la memoria como el olvido?
ResponderEliminarP.S.: La melancolía más horrible adopta a veces formas adorables. La inteligencia y la sensibilidad tienen mucho que ver en esa alquimia sorprendente. Eso siento al recorrer las páginas de tu blog.
ResponderEliminarTe leo tan intensa como tus puntos y tus acentos, como duelen las ausencias....
ResponderEliminarBesos
Oh. Dios. Mío.
ResponderEliminarMe encanta. Me encanta todo el conjunto; esa manera de describir, esa narración tan poética... En fin, me encanta el sentido que le das a las palabras.
Me he dado un vuelta por tu blog :) Te has ganado una nueva seguidora.
¡Besos!
espero que encuentres otra persona que logre que esa ausencia te duela menos
ResponderEliminarCada vez que vengo aquí me gusta más.
ResponderEliminarQue final tan...desgarrador.
¿Me cansaré alguna vez de repetirte lo delicada y perfecta que es tu prosa? Yo me quedo sin duda alguna con lo de los pozos de los demás, porque es cierto eso de que a nadie le importan.
ResponderEliminarUn beso, preciosa.
P.D: Una siempre se va de aquí con el corazón encogido.
Es desgarrador este texto. Además me he sentido identificada en alguna de sus partes. Ojala el tiempo dejara de doler.
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ResponderEliminarEl dolor a veces gira alrededor de unos besos, de un cuerpo tirado en cualquier cama, gira y gira hasta que se transforme en algo efervescente, transparente...en un huérfano..
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