yo que te hablo y miro
desde el pasado
yo que te llamo y te grito
por si apareces
por si estás sentado en ese
banco donde tantos esperan
yo que escupo ruinas por la boca
mientras vuelvo a preguntarte
por si escuchas
por si te giras hacia atrás
y me ves desde ahi escribiendo todo esto.
porque el fantasma de lo que algún día
fuimos
hoy me sirve el café
hoy me peina el pelo y
me obliga a escribir
para nadie
siempre para nadie
porque todos se quedaron
ciegos y mudos y
muertos.
Y sin embargo eres imprescindible.
ResponderEliminaresto se llama magia.
ResponderEliminarsiempre encuentras la manera de sorprender, de cautivar.
ResponderEliminarSaludos, Nahuel.
Me ha emocionado que menciones ese otro beso infinitamente hermoso y grande de Rayuela...
ResponderEliminarAceptas uno?
La verdad es que tiene una profundidad que va creciendo con cada línea y al final lo que queda no es un vacio sino lo que queda atrás son unas alas que respiran levedad...
ResponderEliminarEscribís lindo. Saludos.
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras con la última estrofa. Si tu prosa es maravillosa, tus palabras en verso no se quedan cortas, bonita. Es uno de esos poemas que sé que no me cansaré de releer nunca.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.
Hablando en plata: esto es la p*** hostia. En serio. Me ha encantado.
ResponderEliminarMe tocas fibras muy profundas...
ResponderEliminarbesos
el fantasma a veces se convierte en algo muy real
ResponderEliminarbello poema
¡Bah! Yo venía aquí a escribir algo con sentido, pero me ha vuelto a pasar (como siempre.
ResponderEliminarNada, eres tan jodidamente genial que no sé que decirte. ¿Tu poema? Increíble (increíblemente cierto).
¡Un beso muy grande!